Son parejas donde reina la desigualdad, pero en el sentido positivo de la palabra. Esa diferencia que complementa, que nutre y enriquece. Acá el amor unió culturas, edades, estaturas, vivencias.
Liliana tiene acondroplasia y conoció a su actual pareja -de talla promedio- hace 8 años. Lo vio por primera vez cuando él alquiló uno de sus departamentos. Desde entonces comenzó la relación. Él la percibe como si fuera de su misma estatura, como si la diferencia fuera insignificante.
El caso de Rubén abarca los mismos valores. Él también tiene acondroplasia, pero a los ojos de su mujer mide más de 2 metros de altura.
En cuanto a Claudia y Gassim, el amor dejó de lado las disparidades culturales y de edad. Él es de Guinea, ella es argentina y le lleva 10 años. Se podría decir que fue amor a primera vista, una relación con fortaleza. Se acompañan mutuamente para combatir la discriminación. Estando juntos en la calle les han gritado palabras ofensivas. Pero deciden reaccionar con más amor, nada ni nadie logra que se suelten la mano.
Isidro le lleva 25 años a Gabriela. En los primeros momentos de relación las diferencias físicas no eran tan notorias como lo son hoy. Él tiene dificultades para caminar, y ella lo acompaña, lo ayuda y respeta en sus tiempos. Las amigas de Gabriela le han preguntado infinidad de veces por qué no busca un hombre más joven, qué tenía Isidro para que ella lo eligiera. Y a Isidro también lo han criticado por salir con ella e incluso tener un hijo a sus casi 70 años. Responden con risas, convencidos de lo que han elegido para sus vidas.
Éstas son solo algunas de las historias que te presentamos hoy en Minorías. Un capítulo que nos enseña cuán importante es percibir a una persona por lo que realmente vale, por lo que enseña, por lo que es. En toda pareja y relación hay diferencias de distinta índole. Acaso uno de nuestros mayores desafíos sea aceptarnos, aprender y tomar lo mejor del otro, así como también dar lo mejor de nosotros.
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