Por Michelle Mendeluk
Seis mujeres deciden difundir sus historias para evitar que muchas otras jóvenes pasen por lo mismo. Para algunas, ésta es su manera de contarles- por primera vez- a sus seres queridos y familiares lo que padecen. Reúnen valor, y hablan de la bulimia y anorexia.
Todo comienza con una distorsión, con un espejo mentiroso, con una voz acusadora interna y enemiga que obliga a dañar el cuerpo. Esa voz sofocante amenaza sin descanso, incentiva a hacer ejercicio constantemente, a dejar la comida de lado, a lastimarse la piel, en varios casos a vomitar. Y todo eso conlleva a la mentira.
Han fingido una infinidad de veces para evitar ir a cenas y almuerzos con amigos, se han ido de sus casas en horarios de comida, se encerraron a escondidas a vomitar mientras dejaban las canillas encendidas.
La comida es un desafío, a veces atemorizante. Algunas de ellas consideran que han despreciado la vida misma, entendiendo que el alimento es el motor necesario para vivir. Por ende, definen a la anorexia y bulimia como resultado a un vacío sofocante, difícil de llenar.
Y la soledad es ahogante, confusa. En ese preciso momento en que mienten a sus familias y se van de casa, son conscientes de que en verdad no quieren hacerlo. Ese momento en que cierran las puertas del baño, saben lo que va a suceder, y no quieren hacerse daño. Pero, sin nadie presente más que aquella voz interna, es como si el dolor y la autoagresión se tronaran necesarios.
Pasaron por situaciones complejas, pero les quedó el valor y el ápice de fortaleza necesario para pedir ayuda. Hoy se animan a compartir sus experiencias, porque es sano, porque apartarse resulta agobiante. Porque en verdad son amantes de la vida, y no quieren que nada ni nadie les quite su luz.
Y en ese momento en que optan por la franqueza y deciden hablar con sus familias y profesionales, ganan la pulseada contra aquella voz enemiga. La transforman incluso en una voz amigable, que incentiva a estar mejor, paso a paso.
Es ahí cuando el espejo se vuelve sincero, compañero y, regalándoles una sonrisa, las describe como las hermosas mujeres que en verdad son. A
Agradecimientos:
Fundación La Casita (enfocada en trastornos de alimentación)—Paula Hernández. Arribeños 2606. Teléfono: 011 4787-5432
Belén Suárez: @the.positivebody
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