Conmovido por este logro, Roberto asegura que en este momento le llegan muchos recuerdos de "su viejo", de cuando vendían verduras y vivían en una villa entre los barrios Poeta Lugones y Santa Cecilia, de la ciudad de Córdoba.
"Yo le hacía los números a mi papá, cuánto vendía, cuánto no y me hacía una idea del número final de cuánto tenía que cobrar", relató.
"Estoy muy contento y muy feliz de haber
cumplido este sueño, por mí y por mi familia”.
A sus 16 años, viviendo en una situación precaria y trabajando en una fundición, dejó el secundario y lo retomó recién a los 19. "Vendía diarios y a los 23 terminé el colegio con cinco años más que mis compañeros", agregó.
Empecé la facultad trabajando como sereno e hice tres años muy productivos de la facultad. Después se me complicó con la enfermedad de mi padre con la discapacidad de uno de mis hermanos, pero pese a la situación económica salí adelante.
En este contexto, Roberto destacó la ayuda de las becas universitarias y del comedor de la Casa de Trejo.
Pese a las dificultades económicas y familiares Roberto nunca dejó los estudios, quebrado en lágrimas contó que llevaba a su padre al hospital y en colectivo seguía estudiando, luego regresaba a su casa donde cuidaba de sus hermanos más pequeños.
"A la tarde iba a estudiar a la facultad y me guardaba pedazos de pan del comedor para comer a la noche", contó entre lágrimas.
Fue verdulero, diarero, sereno, mozo y también trabajó en una metalúrgica. Su sueño tuvo que esperar pero a finales del 2019 pudo concluir sus estudios y esta semana a los 37 años recibió su título en forma virtual.
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