Portada  |  05 septiembre 2019

Graciela Peyrano: la maestra de la inclusión

Hace 67 años fundó la primera escuela inclusiva del mundo. Hoy, a sus 91, sigue yendo al colegio diariamente.

Córdoba

Niños que juegan y corren por el patio de la escuela Luz Vieira Méndez, cada uno atiende sus ocupaciones hasta que el equipo de Telefe Noticias Córdoba consulta por Graciela de Peyrano, allí todos se detienen y nos preguntan ¿la ñori Graciela?

Así es como la llaman sus alumnos, ñori es un diminutivo de señorita, y es que Graciela Scebba de Peyrano a sus 91 años, diariamente asiste a la escuela que ella misma fundó con quien fue su marido, Jorge Peyrano, hace 67 años.

No recuerda desde cuándo nació su vocación de docente, cree que la ha acompañado siempre y agradece la generosidad de los maestros que tuvo en la vida. El colegio es su vida asegura y explica que para ella es “como respirar para vivir”.   

Maestra de la inclusión

Aquel 17 de marzo de 1952, ambos jóvenes de tan sólo 23 y 25 años, respectivamente, tuvieron la visión de inaugurar la primera escuela inclusiva en el mundo.

Lo hicieron con la convicción de que la educación es un pilar fundamental para la democracia y para la formación humana, a través de la riqueza de la diversidad.

“Una educación inclusiva es saber que tanta gente que tiene sentimientos, pensamientos y acciones distintas pueden hermanarse en un bien común”, explica.

Graciela habla con pasión recordando su extensa trayectoria -que le valió un premio Konex a la Educación en 1986-, en medio de una oficina llena de fotos, cuadros, dibujos y libros los que los chicos toman prestados en sus recreos y se sientan a leer en su compañía.

“La inclusión te da fuerzas, no te sentís nunca solo, te sentís acompañado, te sentís que acompañas”, agrega para explicar la importancia del valor humano de la enseñanza.       

Para fundamentar los lineamientos con que pensaron este modelo educativo ella explica que se basaron en “principios muy claros”: “libertad”, “creatividad”, “tolerancia” y “solidaridad”. “Son valores que son de permanencia en la vida de las personas, como el faro que ilumina, el que da sentido y respeto a sí mismo para poder proyectar respeto a los demás”, subraya con certeza.

“En la vida quien encuentra un maestro puede decir que encontró un filón de amor muy importante”, dice Graciela pensando en sus maestros y con la confianza interna de que, sin dudas, ella lo fue para un sinnúmero de alumnos.

Ver más: Liliana González y su homenaje a los maestros. 

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