Apenas tres días alcanzó a vivir el pequeño Augusto, un bebé que fue desconectado de su soporte vital debido a una extraña enfermedad incurable.
La autorización fue dada por su propia madre, una mujer de 28 años que se sinceró ante los medios británicos acerca de esta triste y angustiosa decisión.
"No quería apartar los ojos de él ni un segundo, ni tampoco su padre. Ambos estábamos tan aliviados de que hubiera llegado aquí sano y salvo", confiesa la joven Jessica Stephens.
Sin embargo, las primeras complicaciones aparecieron al día siguiente. Durante las pocas horas que lo tuvo en brazos debido a las restricciones del coronavirus, Jessica notó que su hijo sudaba intensamente.
Las dificultades de salud empeoraron y el menor fue llevado hasta una incubadora. Pese a las medidas sanitarias, su madre fue autorizada para compartir un momento con él. Sin embargo, de un momento a otro, dejó de respirar.
Augusto había sufrido un paro cardiorrespiratorio y, pese a haber sobrevivido, no le quedaba mucho tiempo de vida. Los médicos señalaron que la extraña enfermedad consistía en un problema metabólico que imposibilitaba eliminar los desechos de un alimento.
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