Portada  |  29 junio 2021

Minorías: el capítulo de los narigones

Terminaron creyéndose todos aquellos adjetivos negativos expresados por su entorno. Pero, con el paso del tiempo, adquirieron otra mirada.

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Ellos fueron y son discriminados por algo tan simple como la forma de su nariz. Sus nombres fueron cambiados por apodos intimidantes, irrespetuosos. Sus períodos de infancia y adolescencia desbordaron de burlas, miradas y señalamientos. Tanto hombres como mujeres recuerdan volver a sus casas llorando, sin poder mirarse al espejo, y lamentándose por sus rasgos físicos.

Terminaron creyéndose todos aquellos adjetivos negativos expresados por su entorno. Pero, con el paso del tiempo, adquirieron otra mirada.

Hoy la postura es distinta, fortalecida, audaz. Ellos optan por utilizar el humor como herramienta, para contestar a las agresiones y amortiguar las miradas y expresiones dañinas. Javier, por ejemplo, agradece haber nacido con su nariz, ya que- según cuenta- gracias a ella le ha sacado varias sonrisas a la gente. También recuerda haber hecho un gol con la nariz y los festejos que surgieron como consecuencia.

Por otro lado, Aldo cuenta que su novia se enamoró de su nariz a primera vista, y Jorge se ríe con el apodo que le han puesto sus compañeros de grande: “el cóndor”.

Aquello no quiere decir que haya que introducir el humor necesariamente en un contexto de discriminación, sino todo lo contrario. es solamente una herramienta tomada para atemperar el daño que sufrieron por tantos años. Incluso, hay quienes no siempre recurren al humor. Genesis, por ejemplo, decidió dejar de sonreír un largo tiempo, porque según ella su nariz se ensanchaba mucho cuando ella se reía.

Su cara se tiñó de una seriedad constante, y si alguna pequeña sonrisa se le escaba, no tardaba en taparse el rostro con la mano. Emanuel, por su parte, llegó a pelearse con un ex compañero tras ser agredido y discriminado. Esa fue su forma contundente de decir “basta”.

Algunos tienen presente su intención de operarse, pero otros no. Génesis, por ejemplo, ahorra para una intervención quirúrgica, pero Jorge nunca se atrevería a pasar por una operación del estilo. Sus amigos intentaron convencerlo de que se haga una cirugía estética, pero él decidió no hacerlo. Tal como Noemí, siempre le dio impresión el proceso que implica dicha cirugía en particular y el posible dolor.

A ambos les parece innecesario pasar por aquella situación porque, después de todo, están felices con cómo son.

Habrá que analizar en qué medida nuestras decisiones son producto de nuestro propio pensamiento y convicción y en qué medida accionamos acorde a los modelos de belleza establecidos o, simplemente, la mirada constante del otro.

Cuando se les preguntó a todos qué tienen en común, contestaron que hoy pueden ver la realidad con otros ojos; aceptar cada rasgo físico de su cuerpo; y tomar al humor y sonrisa como principal compañía. Por último, cuando se les preguntó qué nos falta como sociedad para lograr una mayor inclusión, respondieron casi al unísono. Empatía, nos falta mucha empatía.

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