Portada  |  20 septiembre 2021

Violencia de género: un hombre fue condenado a 17 años de cárcel por violencias múltiples

Héctor Miguel Pérez sometió a su víctima desde los 12 años y hasta los 19. Abusó sexualmente de ella, además de obligarla a prostituirse en su beneficio, y ejerció en su contra violencia constante durante 7 años. La acusación señaló que la redujo a “cosa y sierva”.

Córdoba

La desventurada joven, hoy de 20 años, nació en condiciones de máxima vulnerabilidad, en barrio Maldonado, donde las urgencias se amontonan en cada familia. Madre y hermana ejercían la prostitución; el padre, alcoólico. A la edad de 12 años cayó en manos de Pérez y comenzó para la víctima una pesadilla inenarrable .

Ella tampoco pudo evitar el consumo de drogas ni conseguir un hogar digno: su explotador la hacía vivir en un auto, en un techo, a la intemperie, en la zona de Campo La Ribera .

A lo largo de siete años, sufrió el calvario de manos de Pérez, mientras intervinieron -sin mayores resultados- 10 instituciones estatales para tratar su situación. Recién cuando a los 19 años denunció maltrato físico, esta intervención consiguió que ella formulara una denuncia que valiera el inicio de las actuaciones judiciales y el final del suplicio . Tras algunos vaivenes, el fiscal de Violencia Familiar Cristian Griffi consiguió elevar la causa juicio, que ahora recibió condena.

La fiscal  Laura Battisttelli acusó a Pérez y pidió una condena drástica. El tribunal lo condenó a 17 años de cárcel.

La descripción de los hechos retratados en “La Voz del Interior” dan cuenta del sufrimiento de la adolescente. Desde 2012, Pérez, que por entonces tenía 27 años, “comenzó una relación de pareja con ella, de 12 años” , con quien cohabitó hasta septiembre de 2019, “en diversos domicilios siempre en la ciudad de Córdoba, entre otros, en el interior de un auto abandonado en un descampado ubicado en el barrio Campo de la Ribera y en una habitación alquilada en un hotel ” .

En esos lugares, “sometió a su concubina –privándola de su libertad individual y capacidad de autodeterminación-, subordinando a la misma a su dominio exclusivo y directo” .

Para “atentar contra la libertad, dignidad como ser humano y de aislar a la joven del entorno social en el que habitualmente se desenvolvía, le impidió mediante amenazas y golpes en diversas partes del cuerpo, con distinta intensidad, valiéndose de golpes de puño y cachetazos , reunirse con su familia y amigos y asistir al Centro de Acompañamiento de Asistencia Comunitaria ” , además de someterla a otros tratos denigrantes.

Ejerciendo "una clara violencia física y psicológica" , logró que la adolescente dejara de ver a su familia y concurrir al centro terapéutico donde trataban su grave adicción a las drogas.

La instrucción sostuvo que Pérez pronto consiguió su objetivo de “subordinación y sometimiento” que se manifiesta en “controlarla, verbal, psíquica, física, moral, emocional y económicamente, logrando anular su libertad y capacidad de autodeterminación”.

Además, la obligaba a “ejercer la prostitución, sin poder evadir, negarse o modificar tal situación, la que fue impuesta exclusivamente por el imputado a través de los años, mediante golpes, amenazas, coacciones, castigos físicos, hostigamiento diarios, humillaciones, insultos y vejaciones ” 

También se relata en el expediente la “explotación económica” que implicaba acompañarla para prostituirse y sacarle el dinero. Para sostener esta situación, Pérez “profería diaria y permanentemente, con sólo escasos lapsos sin que ocurrieran, fuertes golpizas y amenazas a la joven, las que se basaban principalmente en darle golpes de puño o con objetos –hierros, palos de madera-, cachetadas y patadas que impactaban en cualquier lugar ” de su cuerpo.

Dominando su voluntad, la víctima quedaba “condicionada por esa relación servil, continua y permanente que se cernía sobre su persona todo el tiempo como una verdadera y real amenaza” . La instrucción de Griffi concluye que “fue reducida a la condición de cosa y sierva” a lo largo de siete años, “bajo un estado de posesión, manejo y utilización incondicional” .

"Dentro de las atrocidades que debió tolerar -prosigue el relato-, se destaca que Pérez la quemaba en el cuello con hierros calientes y le propinaba golpes en la cadera con un palo de madera al punto tal de limitarle las posibilidades de movilizarse”.

También se describe una situación de coacción ocurrió a fines de 2015, años después de iniciado el vínculo tortuoso, cuando la joven huyó a su casa. La madre de la niña salió de su hogar en barrio Maldonado y fue interceptada por Pérez quien le gritó: “Vieja ortiva, devolveme la guacha porque si no, ahora voy y me armo, vuelvo de nuevo y te la saco yo y te la devuelvo en un cajón ”(sic). De este modo logró que la adolescente regresara con él.

Así, el calvario se prolongó durante varios años más, durante los cuales la víctima sufrió varios abortos y tuvo intentos de suicidio. En la actualidad, según trascendió tras el juicio, la joven sufre numerosas secuelas psíquicas difíciles de revertir.

Fuente: Francisco Panero - La Voz del Interior.

Fotos ilustrativas - Archivo Telefe Noticias Córdoba.

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